El frenillo sublingual es la extensión de la membrana mucosa situada bajo la lengua. Si esta membrana es muy corta, rígida, inelástica o está cogida a la parte anterior de la lengua, puede ocasionar problemas. Estos se derivan de la dificultad para movilizar la lengua y, por lo tanto, de realizar las diferentes funciones que desempeña la lengua en la alimentación, la vocalización o la propia higiene dental. Recibe, entonces, el nombre de anquiloglosia. No todos lo frenillos cortos dan problemas, depende de la elasticidad del tejido también. Por otro lado, hay diferentes tipos de frenillo según donde ese telo de mucosa se una a la lengua y al suelo de la boca del bebé. Sin embargo, la clasificación no es tan importante como una buena valoración de la movilidad de la lengua.
Una lengua con poca o inadecuada movilidad puede originar problemas importantes en la articulación del lenguaje, puede favorecer la aparición de caries e incluso condicionar la alineación de las piezas dentales.
Otro de los problemas que la anquiloglosia puede ocasionar desde los primeros días de vida de la criatura tiene que ver con el agarre al pecho. Para que la extracción de la leche de la madre sea eficaz, la lengua de la criatura debe poder abarcar una buena parte de la areola por debajo y por encima del pezón. Esto sirve para anclar el pezón orientándolo hacia la parte posterior del de la boca donde se encuentra el paladar blando. Para esto es imprescindible que pueda sacar la lengua más allá del borde de su encía inferior. Cuando esto no sucede, el pezón queda en contacto con el paladar duro, se activa el reflejo de mordida y el pezón es literalmente mordido por las encías de la criatura. Las consecuencias son claras. Para la criatura un mal agarre supone habitualmente una mala técnica de extracción de leche. Esto puede derivar en problemas como tomas excesivamente largas o que la criatura parezca no estar nunca saciada, así como mala ganancia de peso y excesivos gases o cólicos. En la madre pueden aparecer grietas en los pezones, ingurgitación por mala extracción, bloqueo de conductos mamarios, dolor en las tomas, mastitis y baja producción de leche.
¿Es posible entonces amamantar cuando hay una anquiloglosia importante? Sí lo es, pero requerirá paciencia, asesoramiento y apoyo para superar las dificultades. Casi como en cualquier momento importante de nuestra vida.
¿Qué podemos hacer?
Por supuesto, si hay mastitis o grietas habrá que tratarlas. Además, buscaremos aquellas medidas que nos permitan disminuir o solucionar las limitaciones físicas y mecánicas que supone la anquiloglosia.
Primeramente valoraremos qué posturas facilitarían un mejor agarre:
- Poner la criatura diagonalmente sobre el cuerpo de la madre con la barriguita pegada a las costillas de mamá, la barbilla tocando la areola. A medida que abre la boca, la cabeza se inclinará hacia atrás y esto permite la entrada del pezón hacia el fondo de la boca.
- Si la mamá está semi-reclinada hacia atrás, ayudada por cojines para estabilizarla en una postura cómoda, la gravedad mantendrá el tronco de la criatura pegado al cuerpo materno.
- Si no puede enganchar bien el pezón, la mamá puede ofrecérselo con la técnica del sándwich. Se ponen los dedos de la mano contraria a la mama que ofrezcamos así: el dedo índice debajo y el pulgar arriba, ambos por detrás de la areola y se comprime el pecho con los dedos. El pezón y la areola se aplanarán. Cuando el bebé abra bien la boca, se le ofrece un porción grande y más aplanada donde poder agarrarse.
- Otra postura es la de «caballito». La criatura se sienta sobre una pierna de la madre, frente al pezón, con la barbilla pegada a la areola y el pezón a la altura de la línea media del labio superior del bebé. Esto funciona mejor con bebés mas grandes que sostienen mejor la postura erguida.
- El uso de un portabebés ergonómico también permite usar una variación de la postura anterior con la madre de pie o en deambulación. Además, el portabebés mejora la expulsión de gases y mejora síntomas de cólicos que a veces van asociados a un mal agarre al pecho.
Cuando las posturas no son suficientes para solventar las dificultades, será necesario valorar la frenectomía, es decir, cortar ese tejido que impide una correcta lactancia. Normalmente es una técnica sencilla que un profesional con experiencia realizará sin complicaciones. En muchos casos solucionará el problema y en otros solo mejorará los síntomas, disminuyendo los efectos perjudiciales para la salud de la criatura y de la madre.
Si sospechas que tu bebé tiene un frenillo, o tienes problemas de lactancia de cualquier tipo, acude a tu matrona. Es necesario valorar muy bien el motivo de cada una de las dificultades que aparezcan en la lactancia para encontrar la solución idónea para cada caso. Tu matrona te orientará con las posibles técnicas y te derivará, si es necesario, a otro profesional que pueda completar el tratamiento que preciséis tu bebé y tú.
Francis Postigo Mota, matrona de atención primaria del Servicio Murciano de Salud