Matronas y tú

El blog de la FAME


Deja un comentario

Intimidad y acompañamiento en el proceso del parto

Son cuarenta semanas de espera hasta ese momento tan soñado e idealizado, en el que se lucha por mantener el equilibrio y la calma, tan necesaria cuando llega el momento de acudir al lugar elegido en el que nacerá nuestro hijo/a.

Se repasa la lista de los enseres que vamos a llevar y, en muchas ocasiones, avisamos a las personas y familiares para informar de que el parto se acerca.

En ocasiones, estos llegan al lugar antes que la propia gestante.

Quizá sea este el aspecto menos pensado de todos los concernientes al embarazo y parto, pero es en el que la gestante se siente más presionada por el entorno familiar más cercano del binomio pareja.

Intimidad no es sinónimo de soledad, como tampoco lo es acompañamiento y romería. La intimidad es poder vivir de manera plena unos momentos de gran intensidad emocional, de privacidad y recogimiento de la pareja.

A diario se puede ver como llegan gestantes acompañadas por sus parejas, familiares y amistades, que no siempre apoyan y respetan la situación de inicio de parto en la que se halla la embarazada.

El hablar y el preguntar a la embarazada y a su pareja interfiere en el proceso del parto y en la intimidad que requieren estos momentos. A menudo todos cuantos rodean a la gestante tienen su opinión sobre si se está o no haciendo todo lo que hay que hacer, sugiriendo que se pruebe esto o aquello y aplicando una serie de principios tales como Es que a su hermana le hicieron la cesárea, En esta familia las mujeres no dilatan, Tenga usted cuidado que es un parto seco, etc. A veces incluso piden pruebas y exploraciones para la embarazada sin que ella misma lo sepa.

Todo este clima que rodea a la futura madre le hace salir continuamente de esa concienciación y relajación en la que la oxitocina natural juega un papel primordial. Porque cada interrupción, cada mirada inadecuada, comentario o gesto le hace salir hacia el miedo y la ansiedad, y gana la partida la adrenalina.

Deberíamos reflexionar sobre todo esto, ya que es un momento que requiere básicamente intimidad, relajación y un acompañamiento sin interferencias.

Las encuestas realizadas a usuarios revelan que la falta de intimidad y ruidos en los centros hospitalarios son algunas de las quejas más frecuentes y, en esto, también los profesionales tenemos mucho de culpa. A veces, más de lo que imaginamos, nosotros también somos ruidosos y hablamos en alto, haciendo comentarios o miradas poco afectuosas que interfieren en el sentir de la mujer en su proceso de parto. Pongamos de nuestra parte todos los que tenemos relación con este maravilloso acontecimiento —familiares, amigos y profesionales— para que las hormonas hagan su labor y fluyan.

Respetemos el inicio del parto, dejemos hacer a la naturaleza, expectantes, vigilantes, sin intervencionismos gratuitos.

¿Y que pasa después del parto? Un parto tiene un consumo de fuerzas y energías similar a una maratón y no hay que apremiar con numerosas visitas al recién nacido que, por otro lado, ha realizado el transito más importante de su vida.

Dejémosle descansar y adaptarse a su nueva situación, tiempo habrá de cogerlo, hablarle y abrazarlo. Ayudemos a la madre cuando más lo necesita: en su hogar; ofrezcámonos para bañar al bebe, hacer una comida, hacer una limpieza, etc.