La sexualidad es importante en la vida del ser humano, ya que nos acompaña siempre a lo largo del camino y nos proporciona bienestar y satisfacción. Sin embargo, no se vive de la misma manera a unas edades que a otras; desde que nacemos hasta que morimos, nuestro cuerpo y nuestra mente evolucionan (a veces a distinto ritmo), lo que puede afectar nuestra sexualidad.
A pesar de lo que mucha gente pueda pensar, la mayoría de los expertos opinan que nuestra capacidad para experimentar placer erótico se inicia con el nacimiento y no tiene por qué desaparecer hasta la muerte. No obstante, es cierto que la edad puede intervenir de alguna manera en diversos aspectos físicos y psicológicos de la sexualidad, de tal modo que, mientras que los cambios biológicos vinculados a la edad son más universales, las respuestas de las personas a estos cambios varían enormemente.
Sexualidad en la infancia
La búsqueda de sensaciones placenteras acompaña a los seres humanos desde el principio de su vida. No es extraño ver cómo, desde muy pequeños, los niños tienen erecciones y las niñas lubricación vaginal cuando se tocan los genitales o como respuesta a estímulos afectivos a través de las caricias, durante el baño o cuando son alimentados mediante el pecho materno. Todo esto se trata de algo normal.
A partir de los tres años, los niños ya han descubierto que la estimulación genital produce placer y suelen recurrir a ella primero en solitario y, a partir de los 6 o 7 años, forma parte de sus juegos con otros niños. Poco a poco, van aprendiendo a poner límites y comienzan a formarse ideas sobre la sexualidad basándose en los mensajes, verbales y no verbales, que reciben de sus padres.
La actitud de los padres y los educadores hacia la sexualidad puede tener una gran repercusión en el futuro. La hostilidad puede provocar un rechazo o actitud de culpa hacia la sexualidad. Durante la infancia se va construyendo la manera con la que nos relacionamos con nuestro cuerpo y cómo vemos los demás cuerpos, por eso, es importante que aspectos como la autoestima, el sentido del placer, la responsabilidad hacia uno mismo y hacia los otros, así como el respeto empiece a hablarse dentro de la familia.
Sexualidad en la adolescencia
Con el desarrollo puberal y los cambios en la imagen corporal, los adolescentes sienten una preocupación muy especial por su atractivo personal.
Es la época del aprendizaje de las relaciones sexuales románticas, del grado de compromiso emocional. Además, la intimidad aumenta a medida que se van haciendo mayores y van teniendo diferentes experiencias. Se consolida la orientación sexual.
Las fantasías sexuales son frecuentes durante la adolescencia y acompañan la masturbación en muchas ocasiones; no es extraña la utilización de material pornográfico. El petting y la actividad bucogenital constituyen las prácticas más frecuentes. La actividad sexual coital se convierte para muchos en una meta a conseguir.
Sexualidad en los adultos
La expresión de la sexualidad está condicionada por las experiencias previas y por cómo se ha cultivado. Así, en personas para quienes la sexualidad sea una parte importante en sus vidas, se podrá apreciar una riqueza en las múltiples relaciones sexuales; la diversidad del juego erótico puede ser infinita.
La sexualidad está en continua evolución y, a medida que avanzamos en edad y quizá en experiencia sexual, podemos disfrutar de una sexualidad más madura, a veces con mayor compenetración en la pareja y, quizá, a saber mucho mejor cuál es nuestra relación con el placer, con la pareja, y poder, también, experimentar diferentes opciones en la práctica sexual, así como elaborar aspectos relacionados con la identidad de género o la identidad sexual. No obstante, la evolución sexual es absolutamente personal y muy diversa. Lo importante es poder disfrutar plenamente de ella en cada momento. Con la edad se producirán toda una serie de cambios que modificaran en ocasiones el deseo y el placer, pero no limitan en absoluto el seguir disfrutando de una sexualidad enriquecedora para la persona.
Entre dichos cambios destacan:
- Disminución de la secreción de andrógenos en el hombre y de estrógenos en la mujer (con una fuerte caída después de la menopausia).
- Aparecen en el cuerpo los primeros signos de envejecimiento.
- Disminución de las obligaciones para con los hijos, etc.
La forma en que cada persona (hombre o mujer) ha logrado autorrealizarse profesional, familiar y socialmente condiciona cómo se vive en este periodo como ser sexuado.
Sexualidad en la vejez
Muchas veces no es reconocida y aceptada en la sociedad, porque los modelos que se proponen de sexualidad (genital y procreadora) y de vejez (deterioro y marginación) son incompatibles entre sí.
El declive en la respuesta fisiológica del orgasmo ante los estímulos sexuales puede ser problemático para aquellas personas que no hayan cultivado otras formas de expresión de la sexualidad (caricias, besos, etc.).
Es importante matizar que en esta etapa de la vida la sexualidad también existe.
Sexualidad y matrona
Durante los diferentes momentos de construcción de la sexualidad, la matrona es el profesional que puede proporcionar información, contribuir a la reflexión sobre creencias y actitudes, ayudar a disfrutar de la sexualidad sin riesgos, mejorar la vivencia de la sexualidad y la relación con el cuerpo, así como a solucionar dificultades con las relaciones afectivo-sexuales, a desmitificar creencias erróneas y a normalizar las diferentes opciones de vinculación amorosa con otras personas y con uno mismo/a. Si tienes preguntas sobre la sexualidad, si hay algún aspecto que quieres compartir porque te preocupa o porque simplemente quieres hablarlo, la matrona te puede ayudar en tu centro de salud.
La matrona es el profesional sanitario de referencia para la atención a la mujer en los aspectos relacionados con la salud sexual y reproductiva a lo largo de toda su vida.
Entre sus competencias en el campo de la salud sexual y reproductiva destacan:
- Proporcionar información de calidad.
- Dar consejo afectivo sexual y consejo reproductivo a la mujer, jóvenes y familia.
- Promover una vivencia positiva y una actitud responsable de la sexualidad en la población y asesorar en materia de anticoncepción y prevención de comportamientos de riesgo para evitar y/o disminuir los embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual (ITS).
Si lo necesitas, ¡acude a tu matrona!