Actualmente se sabe con certeza que durante el segundo trimestre de la gestación todos los órganos sensoriales de un feto han empezado a funcionar, como lo demuestran los cambios en sus constantes fisiológicas o ciertas conductas motrices cuando detecta y discrimina estímulos variados (visuales, auditivos, táctiles, etc.). Este desarrollo nos permite implementar un gran campo de posibles interacciones basadas en sus capacidad de percibir.
Vinculación mediante el tacto: la bibliografía existente nos señala que el feto comienza a percibir estímulos táctiles a partir de la séptima semana de gestación. Las caricias sobre el abdomen, masajearlo suavemente o incluso dibujar sobre el abdomen la representación de cómo es en el momento en el cual estamos dibujándole son maneras agradables de poder trabajar con este sentido.
La haptonomía es la disciplina creada por Frans Veldman, un médico holandés que trabaja la comunicación afectiva a través del tacto, sin ser exclusiva del periodo prenatal, y que puede ser aplicada en cualquier etapa vital. En el caso de los padres y los futuros hijos, este tacto permite tanto al padre como a la madre establecer una relación con el feto a través del abdomen de la madre.
Vinculación mediante la estimulación auditiva: a partir de la semana 20 de gestación, la cóclea alcanza las dimensiones adultas y comienza a funcionar, aunque de manera pobre. No es hasta la semana 24-28 cuando comienzan a aparecer las primeras sinapsis maduras. A pesar de estar en el útero, al feto también le llegan sonidos, ya sean externos al cuerpo de la madre o bien internos, como puede ser el sonido del corazón materno o su propia voz. Estos sonidos le llegan tanto por la transmisión ósea si está en contacto con la pelvis materna, como a través del líquido amniótico. Los fetos reaccionan a la estimulación auditiva alterando su frecuencia cardíaca o mediante reacciones motrices. Se suelen utilizar sonidos sin estridencias, tales como canciones, música o sonidos de la naturaleza.
El canto prenatal surge de la mano M. L. Aucher y su trabajo sobre las correspondencias sonoras y vibracionales en el cuerpo del ser humano. Fue introducido en el campo obstétrico por Mixhel Odent en la maternidad del Hospital Phitiviers en 1970, cuando, observando los beneficios que el canto que tenía sobre la gestante, lo introdujo en la sala de partos. El cuerpo de la mujer gestante cobra otra dimensión al utilizar diferentes puntos de partida del apoyo del sonido: los pies, los abdominales bajos o la basculación de la pelvis, entre otros. La voz de la madre se utiliza no solo como una herramienta muy importante de vinculación afectiva prenatal, sino también con ella misma, sus sensaciones y sus necesidades, aprovechando el trabajo como preparación física de cara al parto. Cuando la madre utiliza su voz en su manera amplificada (cantada) los sonidos que emite recorren principalmente su cráneo y columna vertebral, llevando la vibración hasta el coxis y la pelvis, que amplifica más aún las vibraciones y las resonancias que llegarán al feto incluso oscilando por el líquido amniótico.
Vinculación mediante la estimulación visual: las primeras reacciones del feto a los estímulos lumínicos se producen a la semana 16 de gestación. El feto percibe y reacciona a estímulos luminosos cerrando los ojos, por ejemplo, y con cambios en su conducta. Los estímulos lumínicos ayudan a establecer patrones circadianos en la conducta de la criatura.
Utilizar una linterna u otro tipo de luz que no produzca molestias por la temperatura y aplicarla sobre el abdomen materno, con o sin movimiento, puede resultar una interesante manera de realizar dicha estimulación.
Vinculación mediante la estimulación propioceptiva: los órganos relacionados con el equilibrio comienzan a desarrollarse a partir de la octava semana e, hipotéticamente, están operativos hacia el sexto mes de embarazo. Mediante su desarrollo, el feto podrá registrar cambios en su posición corporal y aquellos que genere la futura madre con su movimiento.
El medio acuático para la gestante supone una excelente oportunidad de trabajar todas esas sensaciones propioceptivas, ya que permite el cambio de posición materno sin impacto y con completa fluidez, pasando, por ejemplo, de bipedestarse a decúbito supino, prono, etc.
En caso de preferirlo, se puede trabajar dicha vinculación mediante la combinación de dos o más de estos medios de estimulación al feto.
Julita Fernández Arranz, matrona del HGU Gregorio Marañón (Madrid)